lunes, 5 de octubre de 2009

GORDOS. Escrita y dirigida por Daniel Sánchez Arévalo

Vaya chasco. Sinceramente, no recuerdo la última vez que me aburrí tanto en el cine, quizás con “El quinto elemento”, que ya tiene sus 12 añitos. La sensación de alivio cuando creí que había llegado el fin, y a continuación de contrariedad cuando comprobé que había sido una falsa alarma, confirmó que era una espectadora infeliz.

Cuando finalizó la proyección fui una espectadora desconcertada. Soy una admiradora del gran talento de Daniel Sánchez Arévalo a la vista desde sus primeros cortos como por ejemplo Gol y Pene. Me gusta su originalidad, valentía y acierto a la hora de tocar temas muy delicados y poco tocados en España, como por ejemplo las relaciones familiares disfuncionales. El tono humorístico con el que es capaz de envolver situaciones dolorosas no tiene precio. Y es por eso que esperaba como agua de mayo su segundo largo después de lo encantada que quedé con el primero, “Azul oscuro casi negro”, y no entendía como esta película no seguía en la misma línea de ingenio y originalidad.

El inicio era prometedor, cuando Abel, el psicólogo, le dice a sus pacientes en la sesión de grupo inicial, que no va a haber ni dietas ni metas sino que se trata de que cada uno encuentre su ritmo, me recoloqué en mi asiento con satisfacción, pensando: “una vez más este hombre sabe de lo que está hablando”. La idea es mostrar que el problema no es la obesidad, sino sólo la manifestación, bastante llamativa por cierto, de algo que no está funcionando en nosotros. Por lo tanto lo de menos son las dietas, lo que importa es que la persona que quiere adelgazar se mire a sí misma y tenga la fortaleza de enfrentarse a lo que realmente le está arrasando por dentro, y que tan bien camufla entre grasas. Aprovechando el tirón, Daniel también habla sobre el tema de la incoherencia humana.

Pero para la desgracia de los artistas, las ideas brillantes son sólo el primer paso, y el desarrollo de las mismas el segundo, y ahí es donde nuestro artista se ha quedado corto.

A medida que transcurrían las historias de cada personaje a lo Robert Altman a pequeña escala: Mash, Gosford Park, Pret a porte, (diversas historias paralelas con un hilo conductor común), cada vez me iban interesando menos, y menos, y menos, hasta el punto de que cuando creí que ya se habían terminado pero no, me di cuenta de que no tenía ninguna curiosidad por conocer el desenlace de lo que allí acontecía. ¿Y que me llevó a semejante estado? Estas son mis sospechas.

La mayoría de personajes son estereotipos. Quizás esta era la idea inicial, hacer personajes tan estereotipados que pasaran al plano de la caricatura y así resultar atractivos. Quien sabe lo que hay en la mente del artista, pero en la mía había aburrimiento al ver de nuevo algo tan visto. Los estereotipos son tediosos porque ya sabes lo que va a pasar. Uno de los ejemplos serían los dos hermanos adolescentes Luis y Nuria, y el tipo de relación que tienen. Ella gordita inteligente, y él guapo cruel y no tan listo burlándose permanentemente de su hermana. Os suena ¿no? ¿y que suele pasar en estos casos? exacto, como él era malo malísimo, y ella buena buenísima, le iba a dar una buena lección a su inconsiderado hermano. Y efectivamente, Nuria le demuestra que él es adoptado de una manera muy ingeniosa. Sí que es cierto que la cosa no se queda ahí, y tiene un giro adicional, los padres se separan, y se demuestra posteriormente que todo había sido un error, pero por lo menos por mi parte, el daño ya estaba hecho y no había giro que valga. El psicólogo y su pareja Paula son otro ejemplo. Otro clásico hasta la saciedad, el psicólogo incoherente que ayuda a los demás mientras que su vida es un desastre, en este caso concreto: hace terapia con personas obesas, y no soporta el cambio físico de su mujer al quedarse embarazada. Paula, por supuesto, es una mujer independiente de hoy que detecta esta humillación rápidamente, y no duda en poner el tema sobre la mesa confrontando a su sensible pareja, el cual se arrepentirá inmediatamente, pero Paula le pondrá complicada su vuelta a su típico estado de estabilidad. El último ejemplo que es el que mejor refleja el intento de caricatura, pero sin lograrlo, es la pareja católica. Muy reprimidos ellos, él dominando y ella haciendo sus pinitos intentando encontrarse a sí misma por su cuenta. La mayoría del contenido de sus diálogos lo hemos oído tantas veces, que hasta podríamos doblar a los personajes sin leer el guión, solamente escuchando la frase inicial de los diálogos. Eso sí, el juego que da el colchón con su plástico en el piso recién comprado tipo años 60, es uno de mis momentos preferidos... Y hay varios: video porno de los padres de los adolescentes en internet, conversaciones en el bar entre Abel y sus pacientes, y alguno más, lo que pasa que son escenas aisladas como viñetas, pero el conjunto no consigue arrancar.

Varias de las actuaciones me parecieron poco creíbles, especialmente en los momentos en los que el tono empezaba a subir llegando hasta la irritación y los gritos. El personaje de Paula es el mejor ejemplo cada vez que confronta a Abel.

Mis interpretaciones preferidas han sido las de Nuria y Andrés, hija y padre. Nuria transmitía calidez y credibilidad que además se realzaba en sus interacciones con Paula, que por lo menos a mí, me transmitía todo lo contrario. Andrés es el personaje más original, su trabajo dentro de la policia, además de ser curioso tiene conexión con su gordura. Enrique era un personaje con mucho potencial, pero ahí se quedó, su discurso en muchos casos es paternalista, y cambiaba de unos registros a otros con tan poco sentido, que se te quitaban todas las ganas de seguirle. Y por último Leonor, la ingeniera informática, un ejemplo más de tópico, en este caso mujer con trabajo perfecto y pareja perfecta que no está satisfecha.

Qué los temas elegidos eran difíciles y arriesgados no cabe la menor duda. Hablar de las miserias humanas incluyendo la incoherencia es de valientes.

Que todo el mundo, director, actores y actrices, equipo, se han dejado la piel, tampoco se cuestiona, pero en mi opinión en esta ocasión, tanto esfuerzo no ha lucido casi nada. Y es que es lo que tiene el arte, no es suficiente con contar algo interesante, sino que la manera de contarlo también lo tiene que ser. Lo sé, lo sé, es muy, muy difícil, vamos un arte.